"(...) Lo que les cala muy dentro y ablanda a los hombres es lo imprevisto todo lo imprevisto." -- Charles Bukowski. poema: Oración con mal tiempo
Acabo de apretar el culo más rico de Nueva York. Por supuesto pensarás que
soy un poco pretencioso al comparar en superlativo con los más de 8 millones de
culos que pueden habitar la ciudad, pero igual me importa un carajo lo que
pienses, yo soy el que cuenta esta historia y te digo que era el culo más rico
y redondo que vas a encontrar en toda la puta ciudad de Nueva York.
Pasó cruzando la 5ta Avenida. La chica en cuestión caminaba delante de mí.
No me había fijado en ella puesto que observaba los anuncios que pasaban en la
pantalla de un comercio justo antes de cruzar la calle. Entonces bajo la vista
y de repente veo esa gran protuberancia con patas que caminaba delante mío. No sé
quién habrá inventado esos pantalones de licra negros, que se usan mucho en
estos tiempos, pero sin dudas el tío (o la tía) fue un genio. Lo que tenía
delante mío no era normal, era un enorme y redondo trasero. De repente sin más
se puso la luz verde del semáforo. La chica comenzó a avanzar y yo detrás de
ella. No podía quitarle los ojos de encima. Me sudaba la nuca, me temblaban las
manos, mis ojos bailaban al compás del movimiento de aquellas dos grandes
nalgas.
Llegados al medio de la vía todo pasó en cámara lenta. Extendí la mano y
agarré fuertemente. Nunca en mi vida había tenido una sensación como esa. Mis
dedos se hundieron como una cuchara en la gelatina. Pude sentir con ellos, a través
de la tela de licra, el calor de la carne. Pude percibir el impulso eléctrico
que se generó desde el punto de contacto y recorrió todo su cuerpo, erizando
cada uno de sus pelos y pezones. Pude notar el cambio de expresión de su cara,
el volteo de su cabeza, su puño derecho que se levantó hacia el aire y, luego
de una curva perfecta, impactó directamente en mi pómulo.
Freddy Mercury comenzó a cantar en mi cabeza:
♫(Pan pan pan) Another
one bites the dust ♫
Ella siguió avanzando por los otros carriles. Sus nalgas seguían tambaleándose.
Su pelo volaba de un lado a otro. Si ella hubiera sabido las cosas que pasaban
en mi cabeza. ¿Qué hubiera sido si mi fantasía hubiera sido realidad? Pues sin
duda tendría aún más justificación para la primera oración de esta pequeña
historia.
Pues sí. No toqué nada. Me quedé parado en el medio de la calle mientras
ella se alejaba.
Desde ese día no la he dejado de ver.
Todos los días me pasan esas dos montañas por delante. Todos los días sueño
que voy a ellas, así como Mahoma.
Todos los días Freddy Mercury da un concierto en mi cabeza…
♫(Pan pan pan) Another
one bites the dust ♫
Buena historia
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