viernes, 18 de mayo de 2018

Deep

"Cuando empiezas a soñar, es porque estas despertando"
                                                             -- rackso

 El sonido era difuso, las caras opacas, una fuerte energía en forma de humo denso, color oscuro penetró sobre él dejándolo sin aliento, sin fuerzas, sin habla. Sentía el peso de un cuerpo parado sobre si, que lentamente lo empujaba hacia abajo, donde ya no se encontraba la cama sino un abismo cuyo fondo parecía ser el mismo infierno. Simultáneamente durante los sucesos se escuchaban voces aleatorias de intensa agonía y tambien susurros de al parecer oraciones malignas en lenguas extrañas. El corazon se estremecía en su pecho y cuando estaba apunto de tocar fondo de repente aterrizó en la cama. Era solo un mal sueño pero valla susto, se levantó, acudió al baño y bebio un poco de agua, se miró al espejo y se dijo a sí mismo: "¿WDF?".

Reencarnación

“Si crees en la reencarnación, no te rías de la fealdad del sapo.”
-- Roberto el Negro Fontanarrosa
Escucho el canto de mi padre, aún con fuerza. Tal parece que los años no han pasado por el viejo. Aún canta con mucha fuerza, tanto así que no se escucha a otro cantar. Me despierto y miro de reojo al viejo, espero algún día llegar casarme con un gallo fino y fuerte como él.
Mi padre ha pasado por mucho en la vida. De joven enfermó con una gripe que por muy poco termina con su vida. Tardó muchos años en recuperarse. Cuando lucía todo su plumaje intacto fue vendido y a partir d ahí, luego de un duro entrenamiento se convirtió en un luchador de primera categoría. Solamente perdió una pelea en su carrera, justo en la que perdió el ojo. En ese momento fue que conoció a mi madre. Ella era la gallina más fina del corral. Mi padre, seductor nato, líder incontestable, no tardó mucho en ganarse su corazón y de esa unión nací yo.
Me levanto de mi cama de paja y voy al comedero. Todas las mujeres hoy tienen mucha hambre. Están comiendo el pienzo muy a prisa. Alcanzo a meter la cabeza entre dos de las más regordetas y empecé a picar yo también.
- Cococo cocoo co - me dijo una de ellas.
- Cocooco coco cococo - le respondí y seguí picando. Acaso ella no ha visto que ocupa el espacio d dos gallinas.
En ese momento entraron de golpe los patos. Nadie soporta a los patos. Se ven como nosotros, pero no lo son. Son problemáticos, siempre están haciendo bulla y molestándonos a nosotras las gallinas. Dos de ellas se acercaron con su escándalo al lado mío.
- Cuack cuaack cuak, cuakkk cuackkk cuuak- decía una a la otra que le respondió algo seria. - Cuakkk cuaack cuakk, cuakkk cuacckk cuacc... CUACKKK!!!
Ven lo que digo, no se les entiende nada. No, yo no estoy de acuerdo con mi padre, que dice que somos familia y tenemos que entendernos. ¡No hay forma!
De repente se abre la puerta y entra nuestro dueño, seguido de su hijo.
- Ahí las tienes hijo, agarra una buena gallina pa’ cocinaila pa'l almueiso - le dijo el dueño a su hijo.
No sé qué habrá dicho, solo sé que el hijo d nuestro dueño comenzó a correr estirando los brazos en la dirección que yo estaba. Esto ha pasado otras veces. Tratan de agarrarnos para llevarnos a el corral grande de los dueños. Las gallinas que han llevado a ese corral nunca han salido de ahí, solamente lo hacen sus plumas.
Vi que se venía encima de mí y salí corriendo. Pase justo entre sus alas sin pluma, por debajo de sus patas. Él se giró y me empezó a perseguir.
Sigo corriendo. Escucho a mi padre que me grita desde lejos: “¡Cocococo coco cocococo!” Llegue a la pared del coral, el hijo del dueño se abalanzó sobre mí, me dio tiempo a escaparme por poco batiendo mis alas. Doble entonces a la derecha y salí corriendo por la puerta del corral. El hijo del dueño me gritaba algo que no conseguía entender:
- Párate ahí gallinita. Tu vera cuando te coja te voy a hacei puré - en ese momento lo esquive frente a la jaula de los guanajos. Al ver que me escapé nuevamente gritó aún más fuerte - ¡¡¡PARATEEE!!! - a lo que los guanajos respondieron - Gluglugluglu -
El joven dueño giró su cabeza y les grito - ¡¡CÁLLENSE GUANAJOS!!
Y los guanajos le respondieron - GLUGLUGLUGLU
Giré mi cabeza para ver lo que pasaba y no me percaté de que el dueño estaba parado justo delante. Choque con él. Él me recogió del suelo por el pescuezo. Sentí un tirón y me desmayé.
Algo frio me sujeta por el cuello. Siento un dolor como nunca había sentido en mi vida. Entro en pánico, ¡no siento mis piernas!. Mi cuerpo arde de una manera que nunca lo había echo antes. El dolor es indescriptible. Quiero habrir los ojos para ver lo que pasa pero es como si me los hubieran arrancado de la cabeza. No veo nada mas que una intensa oscuridad. No puedo moverme. Respirar me aumenta el dolor. ¡¡¡No puedo más!!!
Veo una luz blanca a lo lejos. En medio de mi dolor intento alcanzarla con todas mis fuerzas. Siento algo que me jala por la cabeza. Aún no logro habrir los ojos. El dolor cesa.
Por unos momentos me siento flotando en la nada. ¿Es todo, he muerto?
Siento un gran golpe en el trasero. Vuelve el dolor. No puedo más… arranco a llorar. Un fuerte sonido emana de mi garganta, un sonido que no habia pronunciado antes: “Waaaaaaaaaa, waaaaaaaaaaa”.
- ¿Cómo quiere ponerle a su bebé señora?- Escucho una voz como la de los dueños, que pronuncia palabras ininteligibles.
- Ernesto, se llamará Ernesto.

jueves, 10 de mayo de 2018

Cul parfait

"(...) Lo que les cala muy dentro y ablanda a los hombres es lo imprevisto todo lo imprevisto." -- Charles Bukowski. poema:  Oración con mal tiempo



Acabo de apretar el culo más rico de Nueva York. Por supuesto pensarás que soy un poco pretencioso al comparar en superlativo con los más de 8 millones de culos que pueden habitar la ciudad, pero igual me importa un carajo lo que pienses, yo soy el que cuenta esta historia y te digo que era el culo más rico y redondo que vas a encontrar en toda la puta ciudad de Nueva York.
Pasó cruzando la 5ta Avenida. La chica en cuestión caminaba delante de mí. No me había fijado en ella puesto que observaba los anuncios que pasaban en la pantalla de un comercio justo antes de cruzar la calle. Entonces bajo la vista y de repente veo esa gran protuberancia con patas que caminaba delante mío. No sé quién habrá inventado esos pantalones de licra negros, que se usan mucho en estos tiempos, pero sin dudas el tío (o la tía) fue un genio. Lo que tenía delante mío no era normal, era un enorme y redondo trasero. De repente sin más se puso la luz verde del semáforo. La chica comenzó a avanzar y yo detrás de ella. No podía quitarle los ojos de encima. Me sudaba la nuca, me temblaban las manos, mis ojos bailaban al compás del movimiento de aquellas dos grandes nalgas.
Llegados al medio de la vía todo pasó en cámara lenta. Extendí la mano y agarré fuertemente. Nunca en mi vida había tenido una sensación como esa. Mis dedos se hundieron como una cuchara en la gelatina. Pude sentir con ellos, a través de la tela de licra, el calor de la carne. Pude percibir el impulso eléctrico que se generó desde el punto de contacto y recorrió todo su cuerpo, erizando cada uno de sus pelos y pezones. Pude notar el cambio de expresión de su cara, el volteo de su cabeza, su puño derecho que se levantó hacia el aire y, luego de una curva perfecta, impactó directamente en mi pómulo.
Freddy Mercury comenzó a cantar en mi cabeza:
(Pan pan pan) Another one bites the dust
Ella siguió avanzando por los otros carriles. Sus nalgas seguían tambaleándose. Su pelo volaba de un lado a otro. Si ella hubiera sabido las cosas que pasaban en mi cabeza. ¿Qué hubiera sido si mi fantasía hubiera sido realidad? Pues sin duda tendría aún más justificación para la primera oración de esta pequeña historia.
Pues sí. No toqué nada. Me quedé parado en el medio de la calle mientras ella se alejaba.
Desde ese día no la he dejado de ver.
Todos los días me pasan esas dos montañas por delante. Todos los días sueño que voy a ellas, así como Mahoma.
Todos los días Freddy Mercury da un concierto en mi cabeza…
(Pan pan pan) Another one bites the dust

lunes, 7 de mayo de 2018

Sueño húmedo



A la sombra de una mujer (continuacion)

Abro el grifo. Cada gota de agua que cae sobre mi cuerpo me recuerda a ella. La siento ahí junto a mi. Su palido cuerpo pegado al mio. Comienzo a besar suavemente la superficie lisa de sus hombros en la oscuridad de los ojos cerrados. Mis manos recorren de arriba abajo su cuerpo. Siento sus nalgas redondas contra mi pubis. Puedo oler claramente su perfume de flores silvestres.
Ella tiembla, gime suavemente a cada beso, a cada caricia de mis dedos que juegan lentamente en la cima de sus pezones. Una musica empieza a sonar levemente y con cada vivración de un contrabajo, vivran nuestros cuerpos desnudos vajo el agua caliente
Mientras nos mordemos la lengua, queriendo cambiar el mundo…
Recuerdo que en algún lugar leí que todo lo que se pueda besar se puede morder, excepto los ojos y el labio superior. Me dejo llevar pues… comienzo a morder sus hombros, subiendo a su cuello. Su piel se eriza aún mas a cada movimiento. No puede más. Se voltea y me mira fijamente a los ojos. Me mira con esos ojos de pantera, esa mirada de amor y odio que te hace dudar de sus intenciones… no sabes que viene despues, si un beso o una bofetada. Cierro los ojos mientras nuestros labios se juntan en un beso, un beso salvaje, brutal, de esos que arrancan los labios.
El champú cae al suelo, empieza a derramarse. Abro los ojos al sonido seco de la caida. Recojo el pomo. “No voy a dejar que este champú se desaproveche” pienso.  Lo cojo con los dedos y me lavo la cabeza. Luego enjabono cada centimetro de mi cuerpo aún caliente. Mientras lo hago me elevo, muy alto en el cielo. Veo la tierra desde arriba, desde las nuves. Me siento Zeus, sonrío. Ella es y será siempre mi Venus.
Salgo de la ducha y pienso “Quizás mañana sea… quizás”
Miro al espejo y veo mi reflejo de mortal.
“Vaya que te has puesto guapo” (sonrío)