"La mujer es un manjar digno de dioses, cuando no lo cocina el diablo."
-- William Shakespeare
Charles, Charles, Charles... siempre Charles. Nunca sabe cuándo parar de impresionarme. Ayer estaba sentado en casa, en mi asiento favorito (el baño) leyendo muy tranquilo cuando de repente encuentro este texto:
"Dios o quien sea no para de crear mujeres y de lanzarlas al mundo, y el culo de ésta es demasiado grande y las tetas de esta otra son demasiado pequeñas, y esta otra está chiflada y aquélla es una histérica, y aquella otra es una fanática religiosa y esa de más allá lee hojas de té, y esta no puede controlar sus pedos, y la otra tiene una narizota, y esta tiene piernas como palillos. Pero de vez en cuando surge una mujer toda en sazón, una mujer que estalla fuera de sus ropas...una criatura sexual, una maldición, el acabóse. Miré y allí estaba..."
Mujeres... la perfección de la palabra en sí esconde lo mágico, extraordinario, impredecible, misterioso...como la maquinaria de un reloj suizo, o el secreto de la Coca cola... afrodisiacamente lujuriosas, cálidas, frágiles...cada mujer es una rosa: hermosa, perfecta, olorosa...pero con espinas.
Pienso: Charles, nuevamente, no podías haberlo dicho mejor. Allí estaba hace 8 meses, llegando tarde, como siempre, con su cámara a cuestas, su sonrisa cautivadora, sus jeans apretados y sus besos, oh sus besos, que delicia, si fueran whisky fueran del más caro de todos. Un solo beso y quedas completamente embriagado, una sola mirada y te elevas volando, pierdes el tiempo, el suelo, la calma, la cama... todo se reduce a ella ¿Qué magia es esta, maldita mujer?
Descargo, toda la mierda se va por el tragante. Salgo y ahí está ella, que no es igual a ninguna, porque es la mía... le doy un beso, "te amo"... ella me mira, "yo también". Su corazón le dice a su cabeza: "A este que bicho le pico", sus ojos reflejan la pregunta, mi corazón responde "Si supieras".
Siempre es tan genial leer a Charles...
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