"La verdadera causa final reside en los seres inmóviles". -- Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.
El zíper se cerró de golpe, dejando la mochila a oscuras.
Acababa de empaquetar la última pieza, un abrigo que había dejado guardado en el closet. Antes de eso había echado en su enorme mochila roja las medias blancas, las bragas dobladas, las blusas anchas, las estrechas, las verdes, unos jeans gastados de tanto usarse y un vestido negro como la noche.
La noche había avanzado ya, casi era de madrugada y en la calle solo había románticos gatos que se acurrucaban en los tejados y en las entradas de los pasillos. Las lágrimas habían avanzado por sus mejillas de cera. Sus ojos pequeños y rojos no miraban hacia arriba. Ella solo estaba ahí, pensando en cuál era la mejor forma de ordenar las medias para que toda su ropa cupiera en la mochila roja.
Es difícil determinar quién tiene la culpa cuando todo está a punto de acabar. La discusión puede llevar a que se rebase el volumen, a que se digan cosas sin pensar. Llega el momento en que el corazón se desconecta de todo, no es bueno que se desconecte el corazón porque se calienta la cabeza… y que decir de la lengua, siempre atada a la razón, abre su jaula, escapa y empieza a herir todo lo que encuentra a su paso. Luego, con el piso ensangrentado de insultos, a ella no le queda más remedio que abrir la puerta del closet, recoger todos los trapos viejos que tenía guardados y comenzar a empaquetarlos dentro de su gran mochila roja.
“ES EL FIN!!” se escucha el grito luego de cerrado el zíper.
Entonces, cual novela turca, el héroe se levanta. Sale volando de su guarida a toda velocidad. Agarra a la temible villana por la cintura, la voltea y le da un inmenso y profundo beso. Corren lágrimas, forcejeos, ella no quiere ganar y él no quiere perder. Pasan unos segundos (minutos | horas) y se planta la bandera blanca de la paz, luego la verde de la esperanza, luego la rosa de la pasión. Un árbol erguido cae en algún bosque del norte, una presa revienta en algún lugar en el sur y se mojan las sabanas, de sudor.
Termina la batalla. Sobre el campo quedan dos cuerpos muertos y una bandera… la roja del amor.
Ahora todo comienza...de nuevo.